Las formas de control y posesividad van cambiando a medida que la
tecnología avanza. Ya no se usa el cinturón de castidad, pero se revisan las
conversaciones de WhatsApp. El doctor Ghedin nos alerta sobre comportamientos
nocivos para la confianza y personalidades celotípicas.
No busques que algo vas a encontrar” se dice comúnmente a
manera de sano consejo o de advertencia. Pero las palabras incitan actos,
algunos provocadores y hasta desafiantes. No hay nada más alentador para un
celoso que escuchar la consabida frase. Rápidamente se activará la desconfianza
y detrás de ellas la búsqueda incesante de datos, hasta atar los cabos sueltos,
muchas veces en forma forzosa, para que encaje en la historia preconcebida: “es
así como lo sospechaba”.
Hay cierto orgullo detectivesco en la aparente resolución
del caso, después vendrá el dolor y las consabidas preguntas a la pareja,
reiteradas hasta el hartazgo, todo con el fin de ratificar la sospecha. Los
celos injustificados son más nocivos que aquellos que asientan en fundamentos
verdaderos.
Los datos bajo
sospecha
Como los celos se alimentan de datos de la realidad
(interpretados en forma dudosa) cualquier elemento externo es potencial factor
de conflicto. Un llamado, un mensaje de texto, estar en línea a la madrugada,
“clavar el visto” y no responder en forma inmediata, no querer revelar la
contraseña por el justo derecho a la privacidad; el ticket de un
estacionamiento, un pelo largo en el saco y de otro color, el asiento del auto
que no está en la posición habitual, oler a un perfume diferente, un ticket de
farmacia con la compra de un fármaco que después se supo que es “viagra”; contar
los profilácticos y que falte uno; comenzar a escuchar temas melódicos o rock
en lugar de los clásicos de siempre; cambiar la forma de vestir; de pronto
hacerse las uñas, modificar el corte o teñirse el pelo; retomar el gimnasio,
tener un entrenador personal; introducir cambios en el sexo, perder la erección
o no eyacular, etc.. En síntesis: infinidad de situaciones comunes que son
puestas en cuestión bajo la mirada celotípica.
Los cambios actuales
Si antes de la era Internet y las redes sociales las
conductas bajo sospecha se limitaban a llegar tarde, a las salidas con amigos,
algún viaje imprevisto, o a recibir un llamado anónimo que revelaba la
infidelidad, hoy en día la información provista por teléfonos, las redes
sociales y las numerosas aplicaciones, han incrementado el número de datos
disponibles para construir las infinitas historias, todas posibles. También la
escucha de los amigos/as ante la exposición de la supuesta infidelidad ha
cambiado. Están las amistades que alientan a investigar a fondo y llegar a la
verdad y están las que escuchan con duda el relato de la supuesta víctima. Y en
este último caso no solo porque confían en el que está bajo sospecha, les
resulta llamativo que la vida de una persona pueda estar condicionada a una
idea pertinaz que daña su propia existencia y la ajena. Uno se pregunta, ¿por
qué siguen juntos? ¿Por qué se someten a ese continúo malestar que ocasionan
los celos en una pareja? ¿Y si fuera cierta la presunción, no sería más
saludable plantear las cosas como son y ver cuáles son las alternativas para
superar la crisis?
Quedarse y sufrir no es una solución. El daño personal y
vincular que ocasionan los celos es enorme. La persona vive presa de esa
desagradable sensación de desconfianza. Todo lo que se recibe del afuera se
tiñe de ella. Las acciones del otro, por más honestas que sean, son tamizadas e
interpretadas como mentiras. Una mente que “aprende” a sesgar la realidad con
la desconfianza construye un mundo rígido, donde las explicaciones caen siempre
en saco roto. Existen personas que son celosas por corto tiempo, sobre todo
cuando comienzan una relación. La propia inseguridad se traslada al otro (se
denomina proyección) cuestionando la honestidad de su amor y el compromiso que
ofrece. Luego, a medida que van confiando en sí mismos dejan de entregarse a
las dudas, se sienten más seguros y
consideran que los celos son una etapa pasada. Cuando los celos injustificados
persisten lo indicado es comenzar un tratamiento psicoterapéutico. El síntoma
celotípico pueda ser la manifestación de una neurosis; o una personalidad
rígida que se manifiesta por la desconfianza extrema (denominado Trastorno
Paranoide de la personalidad); o una psicosis con ideas delirantes de
celos.
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