Hacer el amor según los códigos establecidos en materia de disfrute…
¡ya lo conocemos! Pero intentar una versión más osada, de pocos minutos,
¡también lo apoyamos! Atrévete a experimentar el sexo rápido, no sólo para
ahorrar tiempo sino para alegrar tu vida sexual.
Una puerta de garaje… entreabierta
La situación:
entre el ajetreo de la gente, una puerta de garaje entreabierta invita al sexo
rápido. Si el ambiente es nocturno, la tentación de transgredirla es aún mayor.
En la práctica:
cubiertos por un portón cuya apertura no se puede controlar, él la coge de las
axilas y la empuja contra la pared. Ella le rodea fuertemente con los brazos y
las piernas. Él acelera, haciendo movimientos rotativos con la cadera. El peso
de ella reposa en el sexo y en los hombros de él. Ella se mueve
espasmódicamente, apretándole firmemente con las piernas.
Para mayor emoción:
el rumor matinal de un coche que puede parar en cualquier momento o un
transeúnte que acabara de llegar a la puerta de su domicilio.
Una habitación de hotel… en medio del servicio de limpieza
La situación:
reservar una habitación de hotel para un happy hour es algo obsoleto. Mejor
“infiltrarse” en alguna habitación que la señora de la limpieza haya dejado
abierta… y poner el cartel de “no molestar”.
En la práctica:
la ventaja del sexo rápido es que no hay que desvestirse. Ella se levanta la
falda y se quita la tanga… Él la acuesta en la cama de un empujón. Ella, con la
cabeza colgando, lo atrae hace sí. El sexo rápido se ejecuta velozmente, entre
apretujones, cambios de posición y gemidos sofocados, para enseguida recobrar
el gesto de inocencia y salir a la calle.
Para mayor emoción:
alguien intenta abrir la puerta y se pone a canturrear, la señora de la
limpieza, por supuesto.
Un coche en el area de servicio de una autovía
La situación: no
hay nada como una sesión de sexo rápido en una estación de servicio para
amenizar un viaje en coche. La turbación reside en lo inminente de un episodio
cuyo momento de concreción eligen los dos.
En la práctica:
ella no lleva nada debajo del vestido; él, tampoco. Siendo el sexo rápido
apresurado por naturaleza, es inútil perder el tiempo en futilidades. Para él
no hay nada más excitante que entregarse a una sesión de auto erotismo,
estremeciéndose ante la idea de ser descubierto. Su boca entra en contacto con
la de ella, lo mismo que su sexo… Más que un “viene y va” frenético, eligen
amarse sin prisa pero sin pausa.
Para mayor emoción:
el centelleo de las luces de un coche a punto de frenar.
Una sesión de cine… antes de los títulos de crédito
La situación: el
sexo rápido requiere de asientos dobles con apoyabrazos plegables y algunas
salas de cine los tienen.
En la práctica:
ambos se dejan cautivar por la intimidad del cine, dando paso a los gestos
hábiles y a las caricias sutiles. Enseguida entran en un terreno más íntimo,
conscientes de que los otros espectadores podrían espiarles… La clave:
abandonarse al placer que otorga lo prohibido.
Para mayor emoción:
elegir un momento poco antes del fin de la película para “programar” un súper
orgasmo antes de que se enciendan las luces.
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